lunes, agosto 29, 2005

Se acabó lo que se daba

Tristemente, el veranito se acabó. Mis fines de semana en el pueblin finiquitaron. Es increíble lo rápido que pasa el tiempo.

Parece que fue ayer cuando estaba preparando por primera vez la maleta aquel viernes 15 de julio y ya estamos a las puertas de septiembre.

Se acabó el experimentar esa sensación de tener mucha prisa por dejar las cosas hechas (o mejor dicho: dejarlo todo estudiado) durante la semana en León para el viernes poder escapar de todo y relajarse allí. Y cómo no, se acabó también la agradable sensación de tranquilidad al despertar allí sin oir ni un ruido de coches, sólo el piar de los pájaros; respirar el aire fresco del campo y muchas cosas más.

Cada vez se hacen más cortos y raros los veranos en el pueblo, pero aún así, no puedes dejar de querer ir. Es como una droga. Los pueblos son así (al menos para mí).

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